Páginas

lunes, 16 de mayo de 2011

MARTIN PALERMO, EL IDOLO DEL PUEBLO, SU DESPEDIDA...

Listo, ya está, ya está... Terminó. ¿Qué más puedo pedir, Gaby? ¿Qué más? Gracias a Dios, muchas gracias" . El partido había terminado, la fiesta en la Bombonera comenzaba; Martín Palermo, con indisimulables lágrimas recorriéndole las mejillas, caminó unos pasos rumbo al vestuario y su hermano mayor, Gabriel, lo sorprendió. Se abrazaron, lloraron juntos, se dijeron muchas cosas al oído. Las imágenes de casi 20 años de carrera se sucedieron una tras otra, las buenas y las malas, las graves lesiones y los numerosos trofeos, los goles, los récords, las locuras. En definitiva, la vida, la vida de un campeón. En ese momento, en el centro del campo, ante la mirada eufórica y las palmas enrojecidas de los miles de hinchas xeneizes, el goleador tomó verdadera consciencia de que el final de la maravillosa película había terminado. Que por más que todavía restan cuatro partidos para terminar el campeonato (por "respeto" a Gimnasia y su amigo Guillermo Barros Schelotto, el Titán se despedirá en la 18a fecha, ante Banfield, en La Boca), allí se cerró el mejor cuento que alguna vez haya imaginado el propio Palermo.
"Ya no puedo pedir nada más. Tener 37 años, estar a muy pocos partidos de retirarme, ganar mi último superclásico y hacer un gol, es demasiado. Esto quedará entre mis mejores recuerdos. Ya está. Al de arriba y a mi angelito, que como siempre me acompaña (en referencia a Stéfano, su bebé fallecido en agosto de 2006), más no les puedo reclamar. Esto es demasiado", murmuró el número 9, que hizo delirar la pobladísima Bombonera con un cabezazo de emboquillada que tomó a Carrizo a mitad de camino. Tras ese gol, el segundo boquense, el delantero encaró el festejo hacia la tribuna, pero inmediatamente fue tackleado por Insaurralde y quedó tapado por una montaña humana.
Recuperado, se besó el tatuaje que luce en el antebrazo izquierdo con la palabra Stéfano y corrió hacia el banco de suplentes para abrazar a Julio César Falcioni, el DT que lo sostuvo en la formación titular pese al penoso arranque de campaña y todas las versiones cruzadas, los fantasmas de Viatri y hasta el de la llegada del uruguayo Silva.
"En el gol observé que Carrizo dio el paso adelante, tuve un poco de intuición y en menos de un segundo decidí cabecear. Creo que era lo único que podía hacer", sonrió el hombre nacido en La Plata, que le agradeció al ex entrenador de Banfield. "Es una persona que me bancó pese a todo lo negativo que vivimos en el torneo -dijo el N° 9-, es un buen laburador y por eso quería compartir con él mi alegría".
En su vida, Palermo fue tocado por la varita mágica, sin dudas. Aquel que lo discutió -y aun hoy lo discute- y que insiste en que es un jugador con más "suerte" que capacidad, realmente es un necio. Su optimismo y olfato goleador lo distinguieron. Y sino que lo diga River, un club que lo sufrió y vaya cómo... El de ayer fue el 18° tanto de Martín ante los millonarios con la camiseta de Boca (9 oficiales y 9 por amistosos) y cada vez que gritó en un superclásico oficial, los xeneizes no perdieron. Infernal.
"En este campeonato vivimos momentos muy difíciles y queríamos regalarles una victoria a los hinchas. Para nosotros no fue un desahogo, pero teníamos la necesidad de ganar sí o sí. ¿Si es mejor porque complicamos a River? No, no me interesa lo que pasa con River", explicó Palermo, que cuando fue reemplazado, a los 36 minutos de la segunda parte, por Viatri, recibió una de las mayores caricias que un futbolista puede tener: una conmovedora ovación que le logró erizar la piel hasta a los más ceñudos, que llenó de lágrimas a Ryduan, el hijo del delantero, que siguió atentamente el partido desde la platea.
Esos últimos instantes en el banco de suplentes hasta que el árbitro Loustau pitó el final, ya con el cuerpo más frío, le sirvieron al Titán para disfrutar del espectáculo de otra manera y caer . Aquello no era un sueño, era realidad. "Recién cuando entró Lucas y me senté en el banco me di cuenta de lo que estaba pasando y me puse a llorar -confesó-. Hasta ese momento no había caído. Hoy (por ayer) me di cuenta de que llegó el final. Sé que voy a extrañar, pero es una decisión tomada. El cuerpo me da señales de no dar más, basta, y no me gusta jugar si no estoy al ciento por ciento. Lo hecho hasta aquí fue demasiado".
El jueves pasado, en rueda de prensa, Palermo había reconocido tener un último deseo: "Ganarle a River y hacer un gol. Sería un buen cierre, ¿no?", dijo, pícaro. Y claro, una vez más, el destino le dio el gusto a Martín Palermo, el hombre que nunca le tuvo temor al ridículo y le convirtió goles a todos. El Titán, el Loco, el Optimista del gol. "Voy a extrañar", reveló, emocionado. Puede quedarse tranquilo: nadie lo olvidará.

234 goles son los que suma Martín Palermo con la camiseta de Boca en todas las competencias nacionales e internacionales y es màximo artillero del club.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DEJA AQUI TU OPINION